A día de hoy, la sociedad sigue siendo machista y
con ello, su lengua. Empezando desde el ámbito laboral, donde la mujer suele
desarrollar cargos inferiores, donde todavía son mayoría los hombres en
profesiones como bombero, policía, juez o incluso en política y donde nuestros
sueldos, en algunos casos, son más bajos; pasando por la publicidad, donde a mi
parecer, se utiliza la imagen de la mujer como objeto; o incluso en la
religión, que mejor, no haré hincapié en ello.
Desde la democracia, hemos avanzado mucho en cuestión
de derechos de la mujer. S i echamos la vista atrás, durante el franquismo fue
publicado el “Manual de la buena esposa”, donde todo era para complacer al
hombre. Citaré algunos ejemplos, ya que después de leerlo, he quedado
patidifusa:
- ¡Luce hermosa!, descansa 5 minutos antes de su
llegada para que te encuentre fresca y reluciente.
- Sé dulce e interesante, una de tus obligaciones
es distraerlo.
- Hazlo sentir en el paraíso.
- Minimiza el ruido, a la hora de su llegada apaga
la lavadora, secadora y aspiradora e intenta que los niños estén callados.
Por desgracia, todavía existe mucha mujer machista,
que utiliza expresiones como, “me ayuda en casa”, y yo, que me horrorizo, les
digo que los roles no van en el ADN, que son meramente culturales. Y, qué decir de la educación, algo que era solo
cosa de hombres, que estábamos separados por género y las mujeres teníamos
asignaturas que te formaban para ser una buena ama de casa. Hoy, por fin, tenemos las mismas oportunidades para
acceder a ella.
Haciendo referencia a la lengua, muchas palabras
que en masculino son “normales”, en femenino tienen una connotación peyorativa,
humillante y hasta denigrante para la mujer, como sería el caso de “zorro” o
“fresco”. Y es que, la lengua es el reflejo de la sociedad, y
está en nuestra mano cambiarla, algo que creo ya estamos haciendo con los más
pequeños, inculcándoles unos valores más igualitarios.
Ojalá, nuestros nietos no conozcan el machismo.
Tamara León.
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