¿Realmente tienen los padres datos exactos sobre el consumo de alcohol y drogas de sus hijos? Pienso que los padres tienen un gran desconocimiento de lo que hacen sus hijos, y sobre todo de la forma de prevenirlo o ayudarles a no caer en el consumo.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que el ser
humano por naturaleza está en la búsqueda constante del bienestar personal,
tanto mental como físico. El alcohol y las drogas es un atajo para conseguirlo,
sobre todo en personas que no han madurado. De haber enseñado los padres a sus
hijos a encontrar ese bienestar de forma natural, sin ayuda de sustancias
externas, no se verían en la situación de tener que dudar sobre si su hijo lo
hace o no.
De hecho la nueva campaña de televisión sobre
drogas lo resume perfectamente, pero no está adaptado a todos los públicos ya
que es difícil de entender. Pero en definitiva lo que dice es que para no caer
en las drogas (ahí incluido el alcohol) hay que “construir”. Lo que pretenden
decir con esto es que si enseñas a tus hijos a encontrar ese bienestar de forma
natural, a través del deporte, aficiones, música y un sinfín de fórmulas para
encontrarlo, seguramente no estará en el porcentaje de población en riesgo de
ser consumidor de cualquier tipo de drogas o vicio.
En la vida de una persona hay tres etapas en las
que se forma la autoestima (quererse a sí mismo). Ahí han de estar los padres
para ayudar a formarse a sus hijos, a que no tengan la necesidad de tomar
drogas, por encontrarse en determinados círculos que inducen a ello. La
disciplina “cal y arena”, que desde pequeños nos han enseñado, es la mejor
fórmula. Enseñarles a que se pongan límites ellos mismos, que reciban además
recompensa de ello, y así no tener que ser los padres los que eduquen sino los
que guíen ese aprendizaje, sin imponerlo. Son edades en las que hay curiosidad
por las cosas nuevas, curiosidad y una gran valentía, donde no hay miedo a las
posibles consecuencias. Los padres no deben imponer, deben enseñarles los
beneficios de no hacerlo.
Desde mi punto de vista, es imposible que un padre
o una madre no perciba la posibilidad de que su hijo esté consumiendo alcohol.
Este consumo lleva a cambios drásticos del comportamiento normal y un padre
sabe reconocer esos momentos. El decir “mi hijo no” o “no pasa nada”, “ahora
todos lo hacen”, “es otra generación, van muy adelantados”, son únicamente
excusas para no hacer frente al problema.
Como conclusión, decir que el miedo o el mirar para
otro lado no son más que excusas para no enfrentarse a un problema cada vez más
extendido y que está afectando a una generación entera.
Jose Luis Pacheco Seco (3° ESPA)
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